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La depresión es un problema de salud pública mundial. En México, no estamos exentos del problema.

Se considera una de las principales causas de discapacidad a nivel mundial. Esto es, por que estar deprimido no solamente nos orilla a padecer los síntomas propios de la enfermedad, sino que, para aquellos que padecen un episodio depresivo, resulta sumamente difícil continuar con sus actividades habituales en la vida, es decir, deterioran su funcionamiento global.

La fórmula es la siguiente:

Además, la depresión no solo nos discapacita laboralmente, sino que, por los síntomas que genera, nos aísla de nuestras relaciones sociales, afecta nuestra situación familiar, de pareja, y nuestra salud general.

La depresión suele presentarse en todas las etapas de la vida, afecta niños, adolescentes, adultos, y personas de edad avanzada. Puede presentarse de manera aislada, pero con frecuencia lo hace acompañada de otros trastornos como la ansiedad, el abuso de sustancias, o una larga lista de enfermedades médicas.

La depresión como un padecimiento que debe atenderse con un profesional capacitado, se distingue de la tristeza cotidiana, en base al tiempo de duración, la intensidad de los síntomas, y el grado de disfunción que provoca, entre otras.


Los principales criterios para sospechar del diagnóstico de depresión son los siguientes:


·         Estado de ánimo depresivo la mayor parte del día, casi todos los días.

·         Disminución importante del interés o de la capacidad para el placer (disfrutar la vida) en todas o casi todas las actividades

·         Pérdida importante de peso o aumento significativo de peso (por ej. un cambio de más del 5% del peso corporal en un mes), o disminución o aumento del apetito casi cada día.

·         Insomnio o hipersomnia (sueño durante el día).

·         Agitación o enlentecimiento psicomotores.

·         Fatiga o pérdida de la energía.

·         Sentimientos de inutilidad o de culpa excesivos o inapropiados.

·         Disminución de la autoestima y de la confianza en sí mismo.

·         Disminución de la capacidad para pensar, tomar decisiones o concentrarse.

·         Visión pesimista o pobre proyección a futuro.

·         Pensamientos recurrentes de muerte (no solamente ideas suicidas) sino también puede haber pensamientos como “podría ser mejor estar muerto”.

 

El Trastorno Afectivo Bipolar, para definirlo correctamente, es un trastorno que ha existido desde que existe el Hombre. Hoy en día, el conocimiento cada vez más completo de la enfermedad, y las técnicas para identificarlo, han hecho posible que se diagnostique con mayor frecuencia, y cada vez a edades más tempranas. Lo cual, por cierto, es un gran alivio, pues este tipo de padecimientos, tienen un buen pronóstico una vez que son detectados y tratados adecuadamente.


Sin embargo, en aquellos casos (que abundan) en los que la enfermedad bipolar, acompaña a lo largo de la vida a un paciente, en quien aún no ha sido reconocido el problema, causa un gran daño tanto en su vida personal, como en la de quienes lo rodean.

Para quienes hemos tenido la experiencia de convivir con un paciente bipolar (bastante impaciente por lo regular), es fácil entender a lo que me refiero cuando digo "Es lo mejor en el mundo, pero a veces, (y en ocasiones muchas veces), es lo peor que puede sucederle a uno"...sic. El Trastorno Bipolar se define mayormente por la presencia de episodios depresivos (Ver nuestra sección de depresión), los cuales pueden durar en ocasiones semanas, meses, o incluso años; que se intercalan con episodios de manía. Entendamos la manía como algo (por así decirlo) contrario a la depresión. Durante estos episodios maníacos, el bipolar parece con ánimo exaltado, hasta eufórico, todo es grandioso, parece muy feliz, extasiado, tiene grandes ideas!!, y grandes planes¡¡, en ocasiones las consecuencias no importan, se derrocha el dinero en tonterías, se invita a los amigos, se vive de fiesta continua, se expone a peligros de forma deliberada, se encuentra más activo sexualmente, por momentos se torna mucho muy irritable, sus arranques de furia, pueden ser devastadores.

Estos episodios de manía también pueden durar días, semanas, o meses, y rara vez duran más de un año continuo (lo cual quiere decir que es posible que ocurra aunque es poco común). Estos episodios van y vienen, y pueden intercalarse con periodos de “normalidad”, ¡¡aunque vamos!!¿Quién es normal en estos tiempos? OJO Durante mucho tiempo se consideró necesario que una persona presentara al menos alguna vez en la vida un episodio de manía para poder establecer el diagnóstico de Trastorno Bipolar, sin embargo, para quienes nos dedicamos a tratar este tipo de padecimientos, ha sido claro cada vez más, que no todos los enfermos bipolares presentan estos episodios maniacos desde el principio del padecimiento, y lo anterior resalta la importancia de reconocer a un paciente bipolar, aun cuando no haya presentado más que episodios depresivos, ya que el tratamiento de la depresión en el paciente bipolar, difiere mucho del tratamiento de la depresión de una persona no bipolar, y por el contrario, existe evidencia, de que la administración de fármacos antidepresivos en un paciente bipolar puede resultar contraproducente en vez de ayudar.

Cuando un paciente bipolar se deprime, sufre personalmente las consecuencias del problema. En ocasiones, para los demás (familiares, amigos, etc.), esto no representa un gran problema "Pobre, está deprimido, no lo molestes" "No tiene motivaciones ni metas en la vida, déjalo, el sólo cava su propio pozo"...sic. y así puede pasar el tiempo sin que el paciente reciba tratamiento para su padecimiento.

Sin embargo, cuando presenta un episodio de manía, las consecuencias suelen ser difíciles tanto para el paciente como para quienes están a su alrededor. Claro, ahora ha gastado los ahorros de la familia, ¿Como? Aparte a golpeado a sus amigos y familiares!! ¿qué me dices? ¿A caso ha estado bebiendo o consumiendo drogas? ¿A sido infiel? ¿Habla incoherencias? ¿No lo soportan? Bueno, pues suele ser en estos episodios cuando los familiares solicitan ayuda profesional para atenderlo.

Es importante señalar la importancia de atender adecuadamente a los pacientes bipolares sin importar en qué fase se encuentren de la enfermedad. La única pauta que puede ayudarnos a sospechar el diagnóstico, aparte del comportamiento de la enfermedad y de la evaluación clínica minuciosa, son los antecedentes familiares, ya que esta enfermedad, tiene una importante carga genética (eso no quiere decir que descartemos la enfermedad si no hay un familiar directo que la haya padecido). Recordemos, la enfermedad bipolar es poligénica (depende de muchos genes), y epigenética (también depende de otros factores que no tienen relación con los genes).

El tratamiento debe ser principalmente farmacológico, utilizando un grupo de medicamentos que se conocen como estabilizadores del afecto. Existe una gran variedad de medicamentos de este tipo.

Acercarse a un médico especialista puede ser la diferencia entre tener que lidiar con la enfermedad, y aprender a controlarla. Pero eso sí, un tratamiento adecuado, sobre todo cuando es administrado a tiempo, y una buena información tanto para el paciente como para los familiares, pueden devolver una buena calidad de vida a quienes lidian con un trastorno bipolar, ya sea en persona, o como compañero de vida, amigo, hermano, hermana, hijo, hija, esposo, novia, etc. etc. etc.

Para mayor información, contáctanos!

Sobre el abuso de Marihuana


La marihuana, es sin duda la droga ilegal de mayor consumo en el mundo. Su compuesto activo, el Tetrahidrocannabinol, también se conoce por sus siglas THC. La marihuana contiene más de 400 compuestos químicos diferentes, de los cuales, una gran mayoría tienen potencial cancerígeno. Además, el tipo de consumo hace que estos compuestos estén en contacto con la superficie pulmonar por más tiempo incluso que en el caso del consumo de cigarros de tabaco. Lo anterior debido a que, en el caso de la marihuana, suele mantenerse el humo con todos los componentes químicos, durante el mayor tiempo posible antes de exhalarlo. La mayoría de las veces la marihuana se consume a través del humo de un cigarro, una pipa, un difusor, etc., pero en algunas ocasiones puede utilizarse para preparar alimentos, como pasteles, panes, infusiones de té, etc., en cuyo caso la aparición de los efectos es más lenta, y el tiempo activo de la sustancia dentro del cuerpo es más larga, pues la absorción por vía digestiva es diferente.

No cabe duda, de que el consumo a largo plazo puede desarrollar adicción, con el consecuente deterioro de la calidad de vida del consumidor, lo anterior puede evidenciarse de distintas formas. La mayor parte de los consumidores de marihuana, inician su consumo ocultándose de sus familiares, y usando cantidades discretas de la sustancia, sin embargo, conforme la adicción se desarrolla, el consumo se vuelve más frecuente, en mayores cantidades, y cada vez menos discreto, hasta que llega el momento en que las evidencias revelan el consumo para la gente que se encuentra alrededor de ellos. Los familiares suelen detectar el olor de la marihuana en la ropa o cabello del paciente, se encuentran rastros de la sustancia dentro de la casa, en las mochilas, en los bolsillos, o en algún lugar del automóvil, y es éste momento quizás el más importante para cerrar filas y buscar tratamiento, pues en muchas ocasiones, la familia decide tolerar el consumo, para evitar que su familiar salga de casa a buscar otros espacios para fumar la marihuana, sin embargo, esta tolerancia del consumo por parte de los familiares, resulta más dañina.

Cuando el consumo se prolonga, aparecen cambios en el comportamiento que se pueden evidenciar por las personas más cercanas. Aislamiento, abandono de la escuela o de compromisos laborales, descuido del arreglo personal, irritabilidad, ansiedad, problemas de insomnio, cambios en los hábitos alimenticios, falta de motivación (apatía), etc.

El consumo suele cambiar con el paso de tiempo a dosis cada vez más pequeñas, pero más frecuentes.

Hasta ahora, no existe evidencia clara sobre si la marihuana o alguno de sus componentes provocan trastornos psiquiátricos de tipo psicótico, sin embargo, si se ha identificado como un factor desencadenante de episodios psicóticos, en aquellas personas que genéticamente se encontraban ya susceptibles a alguna de estas enfermedades. Y, al no existir una forma práctica de advertir quien está en riesgo genético y quién no, es preferible evitar este tipo de consumo.

Hay una relación directa entre la edad de inicio del consumo de marihuana, y el riesgo de desarrollar consumos abusivos y adicción. Por esta razón es indispensable evitar a toda costa el consumo de esta sustancia en los jóvenes cuyo sistema nervioso aún se encuentra en formación.

La mayoría de los consumidores de cannabis, niegan el hecho de tener un problema asociado al consumo, y es por este motivo que el tratamiento se hace difícil, pues la mayoría no muestran intenciones de abandonarlo.

El hecho de que la marihuana no genere una dependencia física tan marcada como es el caso de otras sustancias, nos permite tener una ventaja en el tratamiento de los pacientes. Ya que nos da tiempo para poder informar a través de la psicoeducación y la evaluación de otros problemas emocionales, que, al atenderse, nos brindan buenas oportunidades para que los pacientes decidan aceptar el tratamiento e intentar abandonar el consumo.

Nunca es tarde para intentar suspender el consumo de sustancias, sin embargo, es una realidad, que cuanto antes, mejor. Si requieres más información, acércate a nuestros expertos.

 

 

Dr. Luis Meixueiro Torres

 

Sobre la adicción al alcohol


Como ya lo hemos mencionado en otras ocasiones, el problema no es el alcohol, ni otras sustancias, el problema es el efecto que provoca su consumo en cada uno de nosotros. Sabemos bien que hay quienes consumen cantidades considerables de alcohol y con una frecuencia constante y sin embargo, este tipo de consumo no les genera problemas importantes en las principales áreas de vida como serían: la relación que llevan con sus familiares, ni tienen problemas con su pareja, tampoco tienen ningún inconveniente en su trabajo en su escuela, es decir, logran mantener una adecuada calidad de vida a pesar del consumo constante de ciertas cantidades de alcohol.

Esto no quiere decir que ese tipo de consumo sea recomendable, tarde o temprano el consumo de alcohol trae consecuencias negativas para la salud de quien lo consume. Sin embargo, existen algunas personas que sin importar la cantidad de alcohol que consuman ni la frecuencia con la que lo beban, se ven involucrados en situaciones que les provocan problemas en cualquiera de las áreas que mencionamos anteriormente. Es decir que cuando hablamos de abuso de alcohol no nos estamos refiriendo necesariamente a la cantidad de alcohol que se toma, cualquier consumo de alcohol que provoque que la persona que lo bebió tenga cambios negativos en su conducta que afecte en sus relaciones personales o su desempeño diario, podría incluirse dentro del rubro abuso de alcohol.

Es por esta razón que en ocasiones no considero estrictamente necesario hablar de las cantidades recomendadas internacionalmente de copas estándar de alcohol, porque según lo que citamos arriba muchas veces no se trata de las cantidades de alcohol que se tomen sino del efecto que tiene en cada uno de nosotros.

Otro problema relacionado al abuso de alcohol es que ningún alcohólico nace siéndolo, a pesar de que se ha encontrado evidencia de una fuerte tendencia hereditaria a sufrir consecuencias negativas con el alcohol, para desarrollar una adicción es necesario consumir la sustancia durante un tiempo suficiente para generar nuevos receptores a nivel molecular en la pared de las neuronas de diversas regiones del cerebro, principalmente en las del circuito de recompensa, el sistema límbico, etc.

Lo que queremos decir es que originalmente cualquiera puede consumir alcohol de manera controlada, pero a medida que el consumo se continúa, se van consumiendo cantidades cada vez más grandes y cada vez con mayor frecuencia, y no hay manera de saber quién va a desarrollar una adicción al alcohol y quién no.

Sabemos muy bien todos los efectos negativos que se asocian al consumo abusivo del alcohol. Físicamente se ven afectados los sistemas digestivo, cardiovascular, circulatorio, esquelético, y neurológico entre muchos otros que no vamos a mencionar. Recuerdo muy bien a un paciente con problemas de alcoholismo que burlonamente decía "Pero si mis estudios salen bien, el alcohol me conserva"...sic. Y poco tiempo después sus análisis de laboratorio comenzaron a dar resultados alterados, el paciente sobrevivió unos cuantos meses después de esos hallazgos. El alcohol es una sustancia bastante traicionera, y una vez que empieza cobrar las facturas de su consumo, el deterioro en la salud suele avanzar a velocidades desproporcionadamente rápidas.

Pero no solamente son los efectos que se sufren sobre la salud general los que nos importan, de hecho no solamente son los efectos que sufre la persona que consume alcohol los que se deben de tomar en cuenta, si no todo el fenómeno que se desarrolla en las personas más allegadas al bebedor. El alcoholismo es una enfermedad que hace sufrir a todo un grupo de personas, y por esta misma razón el tratamiento debe ser integral y abarcar tanto a la persona que consume alcohol como a sus familiares más directos, y en ocasiones se deben de incluir en el tratamiento amigos, compañeros de trabajo, pareja, y otros que han sido afectados por el alcoholismo del paciente, y que pueden proporcionarnos una red de apoyo para el tratamiento.

Un tratamiento adecuado deben incluir estrategias farmacológicas para la suspensión del consumo de alcohol, procesos psicoterapéuticos para ayudar a contener las emociones que llevaron al paciente a consumir la sustancia, evaluaciones médicas generales, análisis de laboratorio y gabinete, y tratamientos para las enfermedades que se asocien al consumo de alcohol, gastritis, diabetes mellitus, deficiencias nutricionales, trastornos hepáticos, etcétera.

También es necesario realizar una buena evaluación psiquiátrica para identificar otras patologías asociadas al alcoholismo. En muchas ocasiones encontramos altos índices de comorbilidad con trastornos depresivos, ansiosos, enfermedad bipolar, alteraciones de la personalidad, etc.

En muchas ocasiones la familia decide aplazar la búsqueda de tratamiento debido a que no ven una adecuada motivación en el paciente, sin embargo, es posible que a través del acercamiento de la familia podamos desarrollar una estrategia para motivar al paciente a la aceptación del tratamiento. En ADAyN, desarrollamos técnicas de intervención familiar que han dado buenos resultados para lograr que los pacientes que sufren de alcoholismo inicien voluntariamente tratamientos para su rehabilitación.

Sabemos que antemano que el pronóstico del tratamiento de una adicción siempre reservado dadas las características neurobiológicas que subyacen a la enfermedad, sin embargo al tomar en cuenta todos los puntos antes mencionados, la recuperación es posible y la reintegración de la armonía en la vida familiar alcanzable para más de la mitad de los pacientes. Los invitamos a revisar nuestros otros contenidos relacionados al tema y a contactarnos en caso de requerir ayuda.

Para más información, escríbenos a 
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Dr. Luis Meixueiro Torres

Un patrón general de preocupación por el orden, el perfeccionismo y el control mental e interpersonal, a expensas de la flexibilidad, la espontaneidad y la eficiencia, que empieza al principio de la edad adulta y se da en diversos contextos, como lo indican cuatro (o más) de los siguientes ítems:

 

1. Preocupación por los detalles, las normas, las listas, el orden, la organización o los horarios, hasta el punto de perder de vista el objeto principal de la actividad.

2. Perfeccionismo que interfiere con la finalización de las tareas (p. ej., es incapaz de acabar un proyecto porque no cumple sus propias exigencias, que son demasiado estrictas).

3. Dedicación excesiva al trabajo y a la productividad con exclusión de las actividades de ocio y las amistades (no atribuible a necesidades económicas evidentes).

4. Excesiva terquedad, escrupulosidad e inflexibilidad en temas de moral, ética o valores (no atribuible a la identificación con la cultura o la religión).

5. Incapacidad para tirar los objetos gastados o inútiles, incluso cuando no tienen un valor sentimental.

6. Es reacio a delegar tareas o trabajo en otros, a no ser que éstos se sometan exactamente a su manera de hacer las cosas.

7. Adopta un estilo avaro en los gastos para él y para los demás; el dinero se considera algo que hay que acumular con vistas a catástrofes futuras.

8. Muestra rigidez y obstinación.